Mi Universar

lunes, 9 de octubre de 2017

Quinta carta para mi hija Ayelén


Hace veinte años...

Tu madre aún dormía porque estaba muy cansada
yo te hablaba muy bajito y te palmeaba la espalda.

Como el intento era inútil una batalla libramos
te levanté y acosté sobre la cama de al lado.

Cuando dabas algún grito te tomaba las manitas 
yo te alzaba y te dejaba caer sobre la camita.

Te agarraba ambos piecitos y te hacía pedalear
como si fueras ciclista para poderte calmar.

Te fuiste tranquilizando poco a poco lentamente
gracias a este ejercicio que imaginé de repente.

Fue un lindo aprendizaje cada uno en su rol
padre e hija tratando de entenderse algo mejor.

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